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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Me han estafado



                Yo soy un jovenzuelo vivaz, bonachón, agraciado, inteligente y sobretodo inocente, cualidad que hoy ha jugado en mi contra
                Mientras caminaba por las hermosas calles de Oviedo, antes de entrar en la estación del tren, un afable rumano de aspecto criminal al grito de “UUUUH, MMMM” me enseñó un papel  en el cual se pedía ayuda para crear un centro comunitario para los sordomudos, y yo, en mi eterna e inacabable bondad me dije “Joder, por una firmita no me voy a morir” y mientras rellenaba todos los datos fehacientes me sentía como el amo del mundo, en el solo gesto de mi mano podría estimular que una pandilla de disminuidos tengan un lugar donde relatar hermosos poemas de Espronceda 


MMMMM MMMM
UUUH IAAH MMMM AAA
UUUUH MMMGGGG 

-La canción del Pirata, Espronceda

                Sin embargo, cuál fue mi sorpresa cuando, al llegar a la última casilla leo “Dinero a donar”, inmediatamente comienzo a barajar como huir de esa situación con el menor gasto de divisas posible. En primer lugar, tomo todos los datos posibles; ¿Donaciones anteriores? 10 euros, 10 euros, 10 euros, 20 euros (Y una mierda, rumano apestoso timador)
                No puedo poner un euro porque entonces probablemente me diría algo como “MMM GGG UAAAH AAAAAAAH” y me humillaría públicamente
                No puedo borrar mis datos y lanzarle la carpeta a la cara porque está mal visto lanzar carpetas a la cara de minusválidos, además es rumano y probablemente me pinchase allí en medio.
                Mi única posibilidad fue poner cinco euros e irme con la cabeza gacha y la moral herida, pese a haberme llevado una maravillosa inclinación del tipo pakistaní después de haberte tangado vendiéndote un crecepelo cuya máxima capacidad es crear un aborto barbesco como lo sucedido con nuestro compañero Ruizo.
                Así que, una vez humillado y derrotado por un rumano wannabe minusválido me vi en el derecho, como todo hijo de buen vecino, de dedicar mi trayecto en tren a imaginar cómo se moría de varias formas posibles.

                Aunque existe una historia alternativa:

                Volvía yo con mi voluminoso torso descubierto después de haber acabado con unos cuantos independentistas de vacaciones en honor a la madre patria, el frío helaba las finas gotas de agua sobre mis densos músculos dándome una apariencia diamantina y mi cabello de príncipe se movía al son del viento, cuando,  conmovido por mi espectacular belleza un apestoso rumano con media cara paralizada y un hilillo de baba bastante desagradable colgando de sus labios me señaló entre gemidos y sonidos guturales de índole satánica un papel  pro-marroquí, ante tal ofensa antinacional me vi en la potestad de educar a este afable rumano.
                Por lo tanto sujeté su cabeza con firmeza y la estampé repetidamente contra la acera, para seguidamente expulsar sobre el mi bello y español pis como señal inequívoca de un bautizo de fuego, a partir de ese momento e inspirado por mi patriotismo se operó de rumanismo y se hizo 100% español, se unió a el partido falangista, escribió la novela erótica best seller “Winz es ese tío que toda chica debería desear en su cama” y se tatuó a Primo de Rivera en la cara.
               
              Finalmente, como conclusión, he de decir que exclusivamente una de esas historias es la cierta, pero no os diré cual, con el tiempo me conoceréis y podréis inferir vosotros mismos cual es más acertada con respecto a mi forma de ser.
                Eso sí, haya sido bueno o haya sido malo, soy una de esas personas que es capaz de encontrar una enseñanza en todo suceso, una moraleja, y esta tiene una bastante obvia

Moraleja: Si ves a un minusválido pidiendo algo, es tan probable que sea un timo como una necesidad real, pero siempre piensa en lo siguiente: si es un disminuido será por algo: Dios no le quiere en su seno, y lo único que está por encima de Dios es Franco, y seguramente el tampoco lo quiere, así que reviéntale la cara a hostias, robale la cartera, tirate a su padre y a su madre, profana la tumba de sus abuelos y esparce tu semilla sobre su semblante antes de aplastarle la cabeza con un último y elegante golpe de gracia.

-Jack

2 comentarios:

  1. Tus historias casi dan más asco que tú, pero en la parte de "10 euros, 10 euros, 20 euros" hice zoom sin querer (lo leí en el móvil) sobre "20 euros" justo cuando lo leía y quedó muy dramático. Ha sido lo más épico que me ha pasado hoy.

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