Yo soy
un jovenzuelo vivaz, bonachón, agraciado, inteligente y sobretodo inocente,
cualidad que hoy ha jugado en mi contra
Mientras
caminaba por las hermosas calles de Oviedo, antes de entrar en la estación del
tren, un afable rumano de aspecto criminal al grito de “UUUUH, MMMM” me enseñó
un papel en el cual se pedía ayuda para
crear un centro comunitario para los sordomudos, y yo, en mi eterna e
inacabable bondad me dije “Joder, por una firmita no me voy a morir” y mientras
rellenaba todos los datos fehacientes me sentía como el amo del mundo, en el
solo gesto de mi mano podría estimular que una pandilla de disminuidos tengan
un lugar donde relatar hermosos poemas de Espronceda
MMMMM MMMM
UUUH IAAH MMMM AAA
UUUUH MMMGGGG
-La canción del
Pirata, Espronceda
Sin
embargo, cuál fue mi sorpresa cuando, al llegar a la última casilla leo “Dinero
a donar”, inmediatamente comienzo a barajar como huir de esa situación con el
menor gasto de divisas posible. En primer lugar, tomo todos los datos posibles;
¿Donaciones anteriores? 10 euros, 10 euros, 10 euros, 20 euros (Y una mierda,
rumano apestoso timador)
No
puedo poner un euro porque entonces probablemente me diría algo como “MMM GGG
UAAAH AAAAAAAH” y me humillaría públicamente
No
puedo borrar mis datos y lanzarle la carpeta a la cara porque está mal visto
lanzar carpetas a la cara de minusválidos, además es rumano y probablemente me
pinchase allí en medio.
Mi
única posibilidad fue poner cinco euros e irme con la cabeza gacha y la moral herida,
pese a haberme llevado una maravillosa inclinación del tipo pakistaní después
de haberte tangado vendiéndote un crecepelo cuya máxima capacidad es crear un
aborto barbesco como lo sucedido con nuestro compañero Ruizo.
Así
que, una vez humillado y derrotado por un rumano wannabe minusválido me vi en
el derecho, como todo hijo de buen vecino, de dedicar mi trayecto en tren a
imaginar cómo se moría de varias formas posibles.
Aunque existe una historia alternativa:
Volvía
yo con mi voluminoso torso descubierto después de haber acabado con unos
cuantos independentistas de vacaciones en honor a la madre patria, el frío
helaba las finas gotas de agua sobre mis densos músculos dándome una apariencia
diamantina y mi cabello de príncipe se movía al son del viento, cuando, conmovido por mi espectacular belleza un
apestoso rumano con media cara paralizada y un hilillo de baba bastante
desagradable colgando de sus labios me señaló entre gemidos y sonidos guturales
de índole satánica un papel
pro-marroquí, ante tal ofensa antinacional me vi en la potestad de
educar a este afable rumano.
Por lo
tanto sujeté su cabeza con firmeza y la estampé repetidamente contra la acera,
para seguidamente expulsar sobre el mi bello y español pis como señal inequívoca
de un bautizo de fuego, a partir de ese momento e inspirado por mi patriotismo
se operó de rumanismo y se hizo 100% español, se unió a el partido falangista,
escribió la novela erótica best seller “Winz es ese tío que toda chica debería desear en su cama” y se
tatuó a Primo de Rivera en la cara.
Finalmente,
como conclusión, he de decir que exclusivamente una de esas historias es la
cierta, pero no os diré cual, con el tiempo me conoceréis y podréis inferir
vosotros mismos cual es más acertada con respecto a mi forma de ser.
Eso
sí, haya sido bueno o haya sido malo, soy una de esas personas que es capaz de
encontrar una enseñanza en todo suceso, una moraleja, y esta tiene una bastante
obvia
Moraleja: Si ves a un minusválido pidiendo
algo, es tan probable que sea un timo como una necesidad real, pero siempre
piensa en lo siguiente: si es un disminuido será por algo: Dios no le quiere en
su seno, y lo único que está por encima de Dios es Franco, y seguramente el
tampoco lo quiere, así que reviéntale la cara a hostias, robale la cartera,
tirate a su padre y a su madre, profana la tumba de sus abuelos y esparce tu
semilla sobre su semblante antes de aplastarle la cabeza con un último y
elegante golpe de gracia.
-Jack
Tus historias casi dan más asco que tú, pero en la parte de "10 euros, 10 euros, 20 euros" hice zoom sin querer (lo leí en el móvil) sobre "20 euros" justo cuando lo leía y quedó muy dramático. Ha sido lo más épico que me ha pasado hoy.
ResponderEliminarObviamente es el epiquismo que transmite mi lírica
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